En 1964, impulsado por el inconmensurable talento de Pelé, Santos ya se había constituido como el mejor del mundo y a la vez, en uno de los mejores equipos de la historia del fútbol mundial. Era habitual que emprendiese giras por otros países, jugando decenas de partidos. En ese año, el equipo de Vila Belmiro recorrió diversos puntos de la geografía argentina, enfrentando a grandes equipos del momento pero también a algunos, poco conocidos a nivel nacional e internacional.