Fue un año distinto. El fútbol sudamericano vio interrumpida la hegemonía de clubes argentinos, uruguayos y brasileños en la distribución de títulos de campeones. Los equipos de los tres países dominaban la escena hasta que Atlético Nacional de Medellín, Colombia, quebró tal situación consagrándose campeón de la Copa Libertadores de América. Consecuentemente ganó el derecho a integrarse al selecto grupo que compuso en 1988 la primera Supercopa Sudamericana de Campeones de la Libertadores.
Sólo Olimpia de Paraguay se había podido dar el tremendo gusto de cambiar la historia.